«…Mientras creamos que todos los males residen en el exterior, nuestra nave (como la del capitán Ahab de Moby-Dick) se verá amenazada por la fatalidad. Cuando, por el contrario, nos percatemos de que la capacidad de hacer el mal también mora en nuestro interior, podremos hacer las paces con nuestra sombra y nuestro barco podrá, por fin, navegar a salvo de las adversidades…»
Alejandro Cussianovich (2007)
La enseñanza y el aprendizaje de la condición humana, sería sin duda radicalmente incompleta si no incluyésemos en este proceso el estudio y la asunción de aquellos aspectos y rasgos de nuestra personalidad que se nos presentan ocultos o enmascarados y que en términos psicológicos, es lo que generalmente conocemos como «sombra».
Reconocer la totalidad de nuestro ser en el sentido de incluir nuestra condición sapiens-demens, bondadosa-maligna, racional-irracional, consciente-inconsciente, etc, es sin duda el primer paso para comprender desde la razón y la humildad que somos seres complejos, contradictorios, erráticos y que este reconocimiento es precisamente el que nos abre la puerta para nuestro desarrollo a través de la educación. Un desarrollo que no puede consistir exclusivamente en el ejercicio de aquellas capacidades que consideramos positivas, sino también en el reconocimiento, atención, vigilancia y control de aquellos aspectos y rasgos destructivos y/o negativos, que aunque emergen y se manifiestan por lo general de forma impulsiva e inexplicable en nuestra conducta, en realidad, permanecen escondidos en zonas inconscientes que deben ser integradas y asumidas como realidades innegables de nuestra condición humana.Rabia, ira, celos, resentimiento, envidia, mentiras, lujuria, pereza, vanidad, soberbia, ambición, gula y todo un amplio catálogo de emociones negativas, tendencias destructivas, suicidas y asesinas forman parte de nuestra condición humana y constituyen lo que conocemos como sombra personal.
Sin embargo, como nos señala la psicóloga junguiana Liliane Frey-Rohn nuestra sombra no necesariamente se compone de rasgos negativos, apegos emocionales y síntomas neuróticos, como inicialmente creía Jung, sino que también posee aspectos positivos, talentos y aptitudes que no hemos podido ni sabido reconocer y desarrollar. Y es que la sombra al estar vinculada y anclada a las zonas más profundas de nuestro ser, está también conectada a todo aquello que nos transciende, a nuestras capacidades creativas ignoradas, así como a todo lo que nos hace humanos. (ZWEIG, C. y ABRAMS, J.; 2008).
Para la psicoanalista Molly Tuby la sombra puede reconocerse en diferentes manifestaciones como en los sentimientos exagerados respecto a los demás; en las respuestas negativas que nos sirven de espejo; en los impulsos o reacciones involuntarias e inadvertidas; en las situaciones en las que nos sentimos humillados; en aquellos enfados o reacciones emocionales despropocionadas debido al disgusto que nos causan los errores de los demás o también por aquellas acciones u omisiones que producen el mismo efecto perturbador en nuestras relaciones.
La sombra se expresa pues en nuestras relaciones con nuestros semejantes, aunque también en nuestros actos fallidos, olvidos, sueños, así como también en nuestras capacidades imaginativas, creativas e incluso humorísticas, porque el humor puede constituir una forma de expresar aquello que hemos reprimido conscientemente.Enseñar y aprender la condición humana exige pues a nuestro juicio, un trabajo con la sombra en el sentido de desenmascarar aquellos aspectos destructivos que entorpecen y dificultan nuestro desarrollo, pero también de desvelar aquellas capacidades y potencialidades que no hemos podido actualizar y desarrollar. Y este trabajo exige como mínimo las siguientes procesos permanentes de aprendizaje:
1. Autoconocimiento que reconoce, identifica y asume nuestros errores, desaciertos, reacciones, impulsos, emociones negativas, contradicciones, así como también que explora dimensiones y aspectos que nos pasan desapercibidos y pueden constituir una fuente de autorrealización.
2. Especial atención a aquellas emociones negativas y/o destructivas lo cual exige un trabajo permanente de atención, de escucha externa y de escucha interna ya que nuestras emociones proceden de nuestro interior y no son propiamente conductas observables, sino estados internos que pueden o no actualizarse.
3. Aprender a generar, producir, mantener y desarrollar estados de calma, serenidad y sosiego, ya que éstos son los que crean el clima, el ambiente y el caldo de cultivo necesario, tanto para el reconocimiento de nuestras emociones negativas, como para el aprendizaje del camino de su transformación en positivas, ya que de lo contrario nuestras capacidades cognitivas y racionales se verán considerablemente mermadas, condicionadas y alteradas.
4. Reconocer aquellos mecanismos de defensa que habitual e inadvertidamente utilizamos para justificar y esconder nuestros errores, contradicciones y acciones poco éticas. Aprender a identificar nuestras represiones, fijaciones, obsesiones, negaciones, identificaciones, proyecciones y en general todas las falacias de racionalización, ya que este aprendizaje, no sólo producirá un mayor desarrollo de nuestra conciencia, sino que también nos abrirá las puertas a la identificación de las cegueras del conocimiento y a los principios del conocimiento pertinente.
5. Liberarnos de la culpa, integrar el yo pasado y perder el miedo tanto a nuestros estados internos de malestar, como a aquellas informaciones y acontecimientos que manifestados en la conducta de los demás producen en nosotros estados de insatisfacción y dependencia. Aprender a desapegarnos, a desidentificarnos y a desaprender aquellos hábitos que nos convierten en autómatas, dependientes y demandantes continuos de atención y aplauso de los demás no irán poco a poco conduciendo a vivir la libertad como un estado permanente de nuestra conciencia que nos permite, como diría Anthony de Mello «disfrutar con todo y con nada»
6. Mejorar nuestras relaciones construyendo vínculos sanos de convivencia en los que podamos comunicarnos y dialogar reconociendo al otro como un igual que puede realmente abrirnos las puertas de un conocimiento más preciso y detallado de nosotros mismos, de forma que nos permita percibirnos de una forma más clara y objetiva.
7. Reconocer aquellas acciones y conductas, o acontecimientos que protagonizamos o en los que participamos y que de una forma consciente o inconsciente, directa o indirecta, por acción o por omisión, colorean, impregnan y climatizan las relaciones y los ambientes psicosociales de una determinada forma, obstaculizando o en su caso contribuyendo, a estimular capacidades, emociones positivas, motivaciones, dinámicas de trabajo y cooperación y en general valores de convivencia y solidaridad.
8. Hacer uso de nuestra imaginación, así como de nuestras capacidades creativas y artísticas con el fin de expresar y comprender la condición humana y especialmente nuestra sombra mediante cualquier forma de arte, ya sea literatura, pintura, música o cualquier otro ya sea de carácter sagrado o laico, popular o académico, individual o colectivo. Analizar e interpretar sueños, conocer y comprender mitos, acercarnos a las construcciones arquetípicas de nuestras sociedades, son también tareas para el aprendizaje y la enseñanza de la condición humana.
Dice Jung que cualquier forma de adicción es mala y que debemos de dejar de pensar en el bien y el mal como términos absolutamente antagónicos ya que ambos forman parte de la totalidad de la condición humana, de aquí que no podemos seguir creyendo en la veracidad e infalibilidad de nuestros conocimientos y juicios. Por ello, asumir que nuestro conocimiento tiene cegueras, o que nuestra naturaleza es neurótica es el primer paso para comprender nuestra compleja condición.
Necesitamos por tanto, tomar conciencia, darnos cuenta de que podemos elegir desde la totalidad de nuestro interior y no buscando normas externas para conducirnos.Y esta sabiduría de la libertad, este aprender a tomar decisiones autónomas que sustenta y mantiene todo nuestro edificio ético desde la integración de todas las dimensiones y vectores de nuestra humana condición “sapiens-demens”, hay que construirla a partir y con un nuevo tipo de educación, de un nuevo paradigma educativo que sea capaz de acabar con viejas generalizaciones abriendo nuevos espacios a los silenciados secretos de la experiencia personal.
Para ello debemos evitar que nuestro profesorado esté compuesto por «…individuos que ni viven ni vivirán jamás de acuerdo con los ideales que proclaman, que enseñan todo tipo de creencias y conductas idealistas sabiendo de antemano que nadie va a cumplirlas y, lo que es todavía más grave, y sin que nadie cuestione siquiera la validez de este tipo de enseñanza...» Por esta razón «…para obtener una respuesta al problema del mal en la actualidad es absolutamente necesario el autoconocimiento, es decir, el mayor conocimiento posible de la totalidad del individuo. Debemos saber claramente cuál es nuestra capacidad para hacer el bien y cuántas vilezas podemos llegar a cometer…» (JUNG, C.; 2008: 113).
Educación y Condición Humana
Educación y condición humana
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